A la Orilla de Una Cama


Escrito 19 de Mayo de 2006

¿Y que será del futuro al perderte?
Te perdí.
¿Me perdí?

A la orilla de una cama pronta a desaparecer, pose mis nalgas y dirigí mi mirada a la ventana, pensé en tantas llamadas, tantas ilusiones y metas que me planteaba a tu lado.
Tantas cosas en un lapso corto de tiempo, cuantas cosas he escrito, cuanto he desvariado, predico algo y luego lo incumplo, cual es mi idea en realidad, si a veces sueño con colgarme, puede un ser humano como yo merecer que tu pierdas tu tiempo leyendo estas palabras, merece un humano como yo que las personas lo admiren, ¿por qué?

¿Qué he hecho? ¿Quién soy Yo? Soy producto de la fornicación y del logro de un Casanova, soy producto del pecado, ¿merezco algo?
Ahora en la orilla de esta cama, que presencia mis preguntas, en frente de la ventana que me permite la vista al cielo, bajo este manto de estrellas y el silencio de la noche, tan solo se me ocurre llorar, llorar por el miedo, por el miedo a lo que pase, prefiero no mirar, tan solo mirare las fotos que tengo justo a mi lado, un altar para una humana, tu mereces estas lagrimas, y tu eres respuesta a muchas preguntas.

¿Qué quiero? Quisiera una casa junto a la montaña, y que esta montaña este frente a la costa, que al caer la noche las estrellas me impresionen, tener mi PC en un salón gigante con paredes de cristal, las paredes inclinadas que sean pared y a la misma ves techo, ahí me sentare todas las noches y dejare que el sonido de las olas y el brillo de las estrellas me dicten las palabras que hay escritas dentro de mí, quiero que en esa casa exista una habitación, y que esa habitación sea de dos, que sea tuya y que sea mía, quiero despertarme todos los días antes que tu y servirte el desayuno, y que ese desayuno tenga jugo de naranja, quiero salir y tomar el sol, caminar a la orilla del mar a tu lado tomados de la mano, quiero decirte cada vez con más fuerza que te amo, ¡Te amo!.

He abierto los ojos y no estoy en la cama de la casa junto a la montaña, el silencio se ha desaparecido y el sonido de las olas cambio por cornetas de automóviles, estoy en una casa en medio de la ciudad, estoy en una cama para dos, para dos almohadas y un soñador, estoy en un mundo donde soñar se considera romántico, estoy en un sistema donde tengo que esforzarme para cumplir los lineamientos que mi círculo de amistades aprueba. Tengo que pararme he ir al lavamanos, verme al espejo y preguntarme ¿por qué? ¿Porque todos los días tengo que hacer lo que hago? ¿Por qué no corro en un bosque y convierto en animal? ¿Por qué no me lanzo al abismo y dejo de soñar?
Ahora, esa chica se ha ido, ese ángel que aguarda al lado de mi cama en forma de fotografía tan solo permanece como imagen, ella no quiere arriesgar a dejar todo lo seguro en busca de un sueño. ¿Quién es el cobarde?

Ya no está la chica que me hacia soñar, ella no quiso arriesgar, mi único altar es mi cama, en ella encuentro sueños que me hacen sentir bien, la realidad con sus cornetas, el sexo sin placer, las amistades con intereses, la corrupción, la desigualdad, la ida de mi ángel tan solo me obstina, considero a este mundo un mundo de cobardes y el primer cobarde soy yo.
Un cobarde que en este momento tan solo ira a su cama en busca de un sueño eterno, haré una gran valentía, la valentía de un cobarde.

Estoy a la orilla de una cama pronta a desaparecer, donde muchas chicas pasaron, donde encontré fastidio a la fornicación sin amor, ya era rutina y desagrado, aquí en esta cama posaba mi cabeza al orar a Dios y pedir perdón, aquí en esta cama daba vueltas de tanto pensar, aquí en esta cama permanecía un bolígrafo y una libreta para las palabras que querían fluir a la luz de las estrellas, aquí fue donde la luna me convirtió en lunático y donde la foto de ese ángel me daba inspiración.

Aquí en este Universo donde existe un planeta capaz de albergar vida, en este país anclado en sur América, en esta ciudad donde la imagen de las personas es lo que vale, en esta casa, en esta habitación hay una cama, una cama pronta a desaparecer, una cama bajo un techo alto, un techo que sostiene una soga, una soga que sostiene un humano, un humano que esta recordando en segundos todo el trascurso de su vida, todas las oportunidades, todos los momentos, un humano que se atrevió, se atrevió a ser un cobarde, un humano que se rindió, un humano que olvido que los sueños solo se dan por la magia, la magia que esconde la vida, el instante ya paso, y ese humano cuelga de una soga, y del humano cuelga una lengua su lengua, una lengua que jamás sentirá sabor, ni podrá sentir otra lengua.
Ese humano soy yo, con mi mirada impotente a la orilla de una cama pronta a desaparecer, con la vista a la imagen de mi ángel, que ya no es un sueño, el instante ya paso y yo lo perdí, se acabo mi vida, se acabo mi sueño, ¡se acabaron las palabras!.

Julio Cesar Rivas Castillo

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