Lagrimas en Venezuela
(Opinión)
Una lágrima sirve para oxigenar nuestros ojos, es parte de un proceso químico natural de nuestro organismo. Hay distintos tipos de lágrimas: basales, psíquicas y reflejas. Hoy hablaremos de ellas.
Hace poco tuve la oportunidad de presenciar la cesárea que le realizaron a mi esposa para traer al mundo a mi hija, Margaret. Entre instrumentos quirúrgicos, sangre y su vientre abierto por el bisturí, vimos a aquella niña quien con un llanto instantáneo anunció su llegada, me acerque rápidamente a verla y una lágrima brotaba de sus ojos, su primera gota de agua y sal. En los días siguientes, sin llanto, ya satisfecha, a mi pequeña hija le brotan de sus ojos varias gotas, esas lágrimas son basales y todos los humanos y animales mamíferos las producimos para mantener húmedas nuestras corneas y, a la vez, proteger nuestros ojos de las bacterias.
Margaret al igual que mi hijo Isaac, nacieron en una fecha convulsionada. Él nació en marzo de 2014, en medio de intensas protestas que realizaba junto a mis compañeros para pedir un cambio urgente. Ella hace una semana y media, rodeada de miseria, hambre, escases, saqueos y protestas ciudadanas que exigen revocatorio contra el mandato de Nicolás. En ambas fechas he sido testigo de un segundo tipo de lágrimas, las lágrimas psíquicas que son producidas por algún tipo de emoción: ira, tristeza, alegría o miedo.
Lloré y vi llorar a madres como Rosa Orozco o a padres como el Sr. Redman, a ellos y a otra decenas de padres les arrebataron la vida de sus hijos. Al Sr. Redman lo acompañé en su llanto mientras velábamos a Robert, decíamos adiós a ese joven asesinado por motorizados mientras protestaba en el municipio Chacao. A la señora Rosa las lágrimas le brotaron mientras se cargaba el ataúd de su hija Geraldin, asesinada por un GNB con un disparo que desfiguró su rostro y desprendió su masa encefálica, con nudos en la garganta y un paso lento entonábamos la canción Venezuela en honor a esa jovencita que perdió la vida exigiendo libertad. En ese 2014, muchos lloramos.
Y en este 2016 otras emociones han causado lágrimas psíquicas de las que he sido testigo, madres que lloran de impotencia porque no tienen como alimentar a sus hijos, manifestantes que lloran de rabia porque no entienden la complicidad de militares con el régimen de Nicolás, familias que lloran de tristeza en Maiquetía obligadas a separarse en busca de un mejor futuro, esposas que lloran cada domingo al dejar a sus maridos en los calabozos de la cárcel, una prisión injusta para decenas de presos políticos, lágrimas de indignación al ver abuelas y niños morir en colas por alimento.
Por esas lágrimas naturales de mi hija, por esos llantos de venezolanos angustiados, hemos activado los mecanismos constitucionales, para ponerle fin a las lágrimas que se producen por tristeza y abrir paso a las que se produzcan por alegría. Con manifestaciones hemos exigido en la calle que cese el bloqueo al referéndum revocatorio y aunque nuestro cerebro impide que lloremos cuando está en modo de lucha, en esta etapa también he llorado y visto llorar, estas lágrimas son las reflejas.
Marchando de a miles, rodeados por militares y policías hemos intentado sobrepasar barricadas y allí hemos encontrado la represión gubernamental, que no sólo se antepone a nuestro derecho a manifestarnos en protesta, sino que también obstaculiza nuestro derecho a revocar al inepto cucuteño que juega a ser Presidente de Venezuela.
En esa labor represora nos bombardean con lacrimógenas, gas pimienta y perdigones. Y es allí donde la irritación en nuestros ojos produce esas lágrimas reflejas, que también brotan ante la reacción a la cebolla o de algunos vapores.
Entre ese lagrimeo, rodeados del humo de las bombas policiales, hemos encontrado también la definición exacta del olor característico de muchas calles y avenidas de la Venezuela actual. Huele a Venezuela arrecha
Julio César Rivas
@JULIOCESARRIVAS
http://juliocesarrivas.blogspot.com
Una lágrima sirve para oxigenar nuestros ojos, es parte de un proceso químico natural de nuestro organismo. Hay distintos tipos de lágrimas: basales, psíquicas y reflejas. Hoy hablaremos de ellas.
Hace poco tuve la oportunidad de presenciar la cesárea que le realizaron a mi esposa para traer al mundo a mi hija, Margaret. Entre instrumentos quirúrgicos, sangre y su vientre abierto por el bisturí, vimos a aquella niña quien con un llanto instantáneo anunció su llegada, me acerque rápidamente a verla y una lágrima brotaba de sus ojos, su primera gota de agua y sal. En los días siguientes, sin llanto, ya satisfecha, a mi pequeña hija le brotan de sus ojos varias gotas, esas lágrimas son basales y todos los humanos y animales mamíferos las producimos para mantener húmedas nuestras corneas y, a la vez, proteger nuestros ojos de las bacterias.
Margaret al igual que mi hijo Isaac, nacieron en una fecha convulsionada. Él nació en marzo de 2014, en medio de intensas protestas que realizaba junto a mis compañeros para pedir un cambio urgente. Ella hace una semana y media, rodeada de miseria, hambre, escases, saqueos y protestas ciudadanas que exigen revocatorio contra el mandato de Nicolás. En ambas fechas he sido testigo de un segundo tipo de lágrimas, las lágrimas psíquicas que son producidas por algún tipo de emoción: ira, tristeza, alegría o miedo.
Lloré y vi llorar a madres como Rosa Orozco o a padres como el Sr. Redman, a ellos y a otra decenas de padres les arrebataron la vida de sus hijos. Al Sr. Redman lo acompañé en su llanto mientras velábamos a Robert, decíamos adiós a ese joven asesinado por motorizados mientras protestaba en el municipio Chacao. A la señora Rosa las lágrimas le brotaron mientras se cargaba el ataúd de su hija Geraldin, asesinada por un GNB con un disparo que desfiguró su rostro y desprendió su masa encefálica, con nudos en la garganta y un paso lento entonábamos la canción Venezuela en honor a esa jovencita que perdió la vida exigiendo libertad. En ese 2014, muchos lloramos.
Y en este 2016 otras emociones han causado lágrimas psíquicas de las que he sido testigo, madres que lloran de impotencia porque no tienen como alimentar a sus hijos, manifestantes que lloran de rabia porque no entienden la complicidad de militares con el régimen de Nicolás, familias que lloran de tristeza en Maiquetía obligadas a separarse en busca de un mejor futuro, esposas que lloran cada domingo al dejar a sus maridos en los calabozos de la cárcel, una prisión injusta para decenas de presos políticos, lágrimas de indignación al ver abuelas y niños morir en colas por alimento.
Por esas lágrimas naturales de mi hija, por esos llantos de venezolanos angustiados, hemos activado los mecanismos constitucionales, para ponerle fin a las lágrimas que se producen por tristeza y abrir paso a las que se produzcan por alegría. Con manifestaciones hemos exigido en la calle que cese el bloqueo al referéndum revocatorio y aunque nuestro cerebro impide que lloremos cuando está en modo de lucha, en esta etapa también he llorado y visto llorar, estas lágrimas son las reflejas.
Marchando de a miles, rodeados por militares y policías hemos intentado sobrepasar barricadas y allí hemos encontrado la represión gubernamental, que no sólo se antepone a nuestro derecho a manifestarnos en protesta, sino que también obstaculiza nuestro derecho a revocar al inepto cucuteño que juega a ser Presidente de Venezuela.
En esa labor represora nos bombardean con lacrimógenas, gas pimienta y perdigones. Y es allí donde la irritación en nuestros ojos produce esas lágrimas reflejas, que también brotan ante la reacción a la cebolla o de algunos vapores.
Entre ese lagrimeo, rodeados del humo de las bombas policiales, hemos encontrado también la definición exacta del olor característico de muchas calles y avenidas de la Venezuela actual. Huele a Venezuela arrecha
Julio César Rivas
@JULIOCESARRIVAS
http://juliocesarrivas.blogspot.com
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