Lambucios

(opinión)

Si buscamos el adjetivo <<Lambucio>> en el diccionario de la real academia española, lo definiría como un venezolanismo del dicho de la persona que es tacaño o avaro en las cosas pequeñas o de pequeñas cantidades. 

Hace poco recorría buena parte de los Llanos hasta encontrarme con el Orinoco, largas carreteras olvidadas por el tiempo y por quienes dicen gobernar, las grandes troneras se asemejan a las cicatrices que en tierras marcianas dejaron los impactos de meteoritos. No exagero, son profundos cráteres que dividen la vía en dos, en varios puntos, la tierra es arcillosa, por eso la comparación con el planeta vecino. 

Cuando vas al Orinoco desde apure en dirección sur, la carretera llega a su final, debes esperar que un latón flotante remolcado por una embarcación llegue hasta puerto Páez para que puedas cruzar con tu vehículo y continúes hasta a Amazonas. Mientras hacia la espera en una zona donde sol no tiene clemencia, decidí caminar a orillas de nuestro imponente río. Vi allí como muchas personas del sur de Apure, tomaban unas  curiaras y cruzaban hacia el lado Colombiano, Puerto Carreño. Pregunte y me dijeron, que todos van en busca de comida, harina, arroz, leche, cafe o algún medicamento. Cruzan en la mañana y hacen las compras y ya en la tarde vienen cargando sus bolsas.

Continúe mi camino hacia Puerto Ayacucho la capital de Amazonas, aunque la decidía es general en toda Venezuela, en este pequeño pueblo la escasez no es tan grave, otro pueblo colombiano frente al río provee (a costo en pesos) de aquello que haga falta, por eso aunque es una población sencilla, con escasa oferta laboral, las cosas son tan costosas. Durante el día tuve varias reuniones y conversaciones, entre ellas surgió el tema del helicóptero militar desaparecido hace algunos meses.

Me cuentan, todo inicio debido a que una ganándola de alimentos que ya había pagado su vacuna a los militares fue retenida por estos, la vacuna había sido pagada por la guerrilla colombiana. Estos guerrilleros enviaron refuerzos al lado venezolano y tomaron un pueblo, en ese pueblo hacen vida mineros, y justamente un militar había mandado en el helicóptero a cobrar otra vacuna, una porción de oro de aquello que explotan allí (lingote). Al aterrizar en la zona, sus tripulantes fueron arrestados por estos grupos irregulares, que mantienen dominio de la zona. Quedé impresionado.

Horas más tardes me encontraba en el hotel,  como cosa rara la luz se había ido, los huéspedes estábamos agrupados en un espacioso Lobby que contaba con planta eléctrica y wifi, me di cuenta que había cantidad de militares de rango hospedándose allí, se notaba que eran recién llegados por los temas que conversaban. Y salió de nuevo el tema de los helicópteros. Un capitán le dice a su comandante que tenían que evitar ser enviados a esa zona, el oficial superior le pedía al capitán que desconectara algún cable o viera que hacia, pero que no permitiera que los mandaran a aquella zona donde el helicóptero se perdió y donde se presume que están sus compañeros.

Mi visita fue rápida, al otro día estaba de regreso. Cuando sales de Puerto Ayacucho en dirección al norte, pasas no menos de 5 acabalas militares, en todas me pidieron bajarme del vehículo y abrir la maleta, rebuscaban entre mi ropa para ver si conseguían un paquete de algo, por ser estado fronterizo lo considere normal. De nuevo nos encontramos con el Orinoco, al cruzar la chalana vi de nuevo aquellas mujeres madres y ancianas, llegando a Venezuela con aquello que habían podido costear para alimentar a su familia. 

Ya en Apure una nueva alcabala, los militares paraban a todo aquel. Mientras mostraba mis papeles y abría mi maletero, observe como estos le quitaban a una señora un arroz de los dos paquetes que llevaba, y una harina de los dos paquetes que llevaba. Mi indignación fue tal que no me pude contener.¡Lambucio!  Proferí contra aquel Guardia Nacional, y es que mientras nuestros estados fronterizos están sirviendo para que guerrilleros extranjeros operen y nuestros militares cobardemente se escondan para no cumplir la responsabilidad de proteger nuestra soberanía e integridad territorial, estos hombrecitos vestidos de verde le quitan la comida a una anciana que ha recorrido cientos de kilómetros cruzado la frontera y cambiado un montón de bolívares, quizás la totalidad de su presupuesto, para llevar algo que comer y llega un degenerado a arrebatárselo, porque cree que por portar uniforme tiene derecho a joder a los demás.

Una vergüenza, que yo haya sido testigo de cómo rehuyen a su deber de rescatar a sus compañeros secuestrados por la guerrilla, pero si son muy avispados para martillar y lambuciar la comida de venezolanos que están pasando por mucha necesidad. Y los lambucios no sólo visten de verde, no hay que estar en amazonas para verlos. Acá mismo en el Gran Trigal en Valencia, uno puede ver cómo la policia municipal monta tarantines cazando jovencitos para quitarle dinero, amenazándolos con procesarlos por posesión de drogas. Ya pasó el tiempo de dame pa los frescos, han evolucionado al punto de la extorsión, de verdad es una pena, que nuestras Fuerzas Armadas y cuerpos policiales, estén conformados por un montón de lambucios que deshonran su uniforme y la responsabilidad que asumieron al portarlo.

Sé que aún queda gente buena en alguno de esos cuerpos, pero lamentablemente el Lambuceo parece ser ahora la principal tarea de estos. Hay un reto muy grande para los buenos y no se ve cerca el cambio.

Inicié esta pequeña descarga emocional, con la definición aportada por la real academia, pero la mejor definición de lambucio la encontraremos en Venezuela, porque es acá donde se originó.

Lambucio: 1. fig. Canalla, pobre de espíritu. 2. fig. Zul. Se aplica a la persona que pretende sacar provecho  material, aunque sea escaso, de todas las situaciones. 

Julio César Rivas
@JULIOCESARRIVAS

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