Venezuela en mi Memoria (III)
Al Frente
En abril de 2002 mi papá estaba más fanático que nunca en su religión, asumió su depresión por los asuntos económicos (estaba quebrado) refugiándose en sus creencias. El 12 de abril le escuche al teléfono hablar con uno de sus choferes en Caracas y amigo de años, este le pedía movilizar camiones para trasladar gente de Catia a Miraflores, para pedir explicaciones sobre el paradero de Chávez. Ya habían conatos de saqueos en esa zona como señal de protesta contra el nuevo gobierno de Carmona.
Mi papá nos pide arrodillarnos para orar, yo estaba predispuesto por la conversación que había escuchado, aparte, en la plenitud de mi conciencia, era un adolescente y ya no me agradaba que alguien me hiciera repetir oraciones, si yo quería decirle algo a Dios , se lo diría yo mismo. "Repitan después de mi: señor, te pedimos protejas al presidente Chávez y llenes de sabiduría a aquellos que tienen la responsabilidad de garantizar su regreso" ¡¿Como?! Exclamé,¡Anda al carajo!. Era la primera grosería que proclamaba contra mi papá, sabía que me costaría un azote, pero aquello para mi era un asunto de honor. Significaba mi primera rebelión, salí correteado negado a ponerme de rodillas para pedir por quien para mi, solo merecía el paredón.
Una cobija fue lo único que me lleve, camine una cuadra y encontré refugio en el puesto de vigilancia de mi urbanización. Enseguida inicio la accion, varios vecinos llegaron al puesto, habían rumores de saqueo en las cercanías, por lo que se decidió montar guardia. "Julito, tu te vienes conmigo", me dijo un vecino que conocía por mi papá. Felipe Montes de Oca, hicimos un recorrido en su camioneta todo terreno ese día y el siguiente, mientras escuchábamos por radio frecuencia algunos reportes. Chávez va en helicóptero a Miraflores. No lo podía creer, al minuto veo por la Tv portátil a Willian Lara, junto al Fiscal Isaias Rodriguez hablando por VTV. La pesadilla continuaba.
Mis vecinos terminaron durmiendo en calabozos por unos días, no por golpistas, si no por portar armas de forma inadecuada. Mi mama se fue del país a los pocos días, yo terminé en la finca de unos tíos y Chávez ya tenía el control de Miraflores nuevamente.
Una nueva marcha era convocada en Caracas, tome un teléfono e idee una organización paraguas que me serviría de nickname en foros de internet: Resistencia Juvenil Estudiante y Trabajadora. Llame a la gobernación de Carabobo, saludos le habla Julio Rivas y soy el coordinador de RJET. "¿Que es eso?", un grupo juvenil en defensa de los derechos civiles. "¿Que puedo hacer por usted?" Necesito movilización para Caracas.
Lo había conseguido, me asignaron un bus con algunos sándwiches y botellas de agua. Pero mi grupo solo estaba compuesto por mi, decidí poner el punto de partida en FetraCarabobo donde ya había una convocatoria a salir de allí y fue una buena decisión, habían muchos trabajadores esperando movilización. Me sentí útil.
Era el único jovencito entre el grupo de trabajadores, "toma carajito bébete un trago ayuda a vencer los miedos". ¡No tengo miedo! Pero venga. Un palo de aguardiente temprano en la mañana.
El sol era radiante, y las calles estaban inundadas de personas, era la primera marcha masiva desde aquel trágico 11 de abril, unos 6 meses atrás. Caminamos desde parque del este a la Av. Bolivar, me guinde en la tarima para apreciar desde la altura la multitud. Militares y civiles pronunciaban sus discursos, cerró el Coronel Hidalgo Valero: "Los hombres con pelotas nos vamos pa Miraflores", una parte de la marcha comenzó a bajar por los túneles del
Silencio y enseguida se escucharon disparos, no lo pensé dos veces para saltar y al caer mal lesione mi tobillo, me refugie en un esquina y por impulso puse la bandera de Venezuela sobre mi.
Alguien quito la bandera de mi cara y ya habían varias personas a mi alrededor, "¿que te paso, te hirieron?", ¡no!, estoy lesionado y no puedo correr, dejen la bandera sobre mi, si me disparan muero con ella. La imagen de los venezolanos asesinados en abril estaba fresca en mi memoria.
"Párate muchacho, montante en mi moto", me grito el Coronel Valero. "Los hombres con pelotas, nos vamos a la Carlota" comenzó aquel trayecto que se sumaba al hecho temprano al inicio de la marcha. Los trabajadores de otros estados no se unían a esta ruta, entre ellos quienes habían venido conmigo, ya caía la tarde y esperaba un viaje de regreso. Yo sin conocer a nadie y sin medio en el bolsillo, decidí aventurarme, vivía esta historia no viendo la noticia, sino siendo parte de ella.
Llegamos a la Carlota y más Militares se
Sumaban, un pronunciamiento estaba por venir. Se tomaría la Plaza Altamira con militares activos.
Al final de ese año se vino un nuevo paro, los venezolanos se la pasaban en colas de gasolina de 2 días, iban a la playa, luego 2 días más en la cola regresaban a casa y volvían a repetir el procedimiento. No había cerveza pero todos bebían guarapita, no había Coca Cola pero todos tomaban KR. Las mujeres ponían el pecho en las protestas civiles en contra de Chávez, unos militares se hacían famosos por agarrarlas por el cabello y lanzarlas al suelo. Un general chavista, conocido por sus eruptos, era el vivo ejemplo de la degradación de nuestras fuerzas armadas.
Serví como voluntario varías veces en la plaza pero luego del tiroteo donde resultaron asesinados varios civiles decidí regresar a Valencia.
La OEA venia a Venezuela, una manifestación intentaba llegar al lugar de la cumbre, mientras los esbirros vestidos de guardias arremetían contra los protestantes. Algo tenía que hacer, llame a algunos vecinos y nos fuimos a la Av Bolívar de Valencia. Ya en El Trigal, sus habitantes tenían por días tomada la autopista, nosotros trancamos esta Avenida que servía como ruta alterna y decidimos rodear la sede del partido oficial de Chávez. Desde allí nos dispararon con armas de fuego hiriendo a uno de los nuestros. El herido estaba frente a mi "chamo me golpeaste", no fui yo, te dispararon. Enseguida desmayo.
Aquella manifestación fue mi primera batalla, al Tijerazo llegaron tanques y tanquetas militares para proteger la sede del MVR. Nosotros nos hicimos de portones para improvisar escudos gigantes. Nos acercábamos a los guardias y sus tanques y en la lata del portón se escuchaban los impactos, aún así avanzábamos. Luego aparecieron agujeros, entre nosotros empezaban a caer heridos, hasta que de pronto aparecen tres motorizados a nuestras espaldas, "todos abajo", seguido, descargaron sus ametralladoras contra los guardias y se fueron. Aquello nos dio un poco de tiempo.
Los guardias bajaron sus armas, mientras cantabamos el himno, al concluir las notas, un mendigo tomó dos Molotov y corrió con ellas encendidas hacías los guardias, ellos sorprendidos disparaban contra el, pero el seguía corriendo, herido, Logro estrellar las bombas contra uno de los guardias. Era la venganza de todo un día de agresion desproporcionada. El
Guardia pegaba alaridos mientras correteaba de un lado a otro convertido en antorcha humana. De esto queda registro fotográfico.
Aquello trajo la reacción, se vinieron más tanques, y está vez la lluvia de balas era intimidante. Cuando vi hacia atrás el
gran grueso de la manifestación había corrido, entendí que era mi turno. Corrí con todas mis fuerzas, hasta que ya no quedaba aire en mis pulmones, me lance en un matorral e intentaba respirar entre aquella nube de gas lacrimógeno. Los guardias capturaban a mi alrededor a mucha gente, mujeres, ancianos, los golpeaban sin piedad hasta hacerlos sangrar. Uno de ellos me vio e intento capturarme, un vecino me dio refugio en su edificio.
Al entrar, el salón de fiesta estaba lleno de heridos, "Doctores por favor acercarse al meson, hombres sanos activar paso B de la Operación Victoria". En un meson improvisado los doctores limpiaban heridas y sacaban balas y perdigones, rostros ensangrentados, niños asfixiados y el sonido de las balas que aún nos recordaba que estaba batalla no acababa. Yo estaba sano, no sabía que era el plan Victoria, pero fui a la azotea.
Estaban allí algunos vecinos, con radios
se comunicaban con otros puntos, el más fuerte el del distribuidor El Trigal. "Nos tienen rodeados, disparan contra el edificio". En simultáneo todos los puntos avanzaban hacia los contingentes de la Guardia, intentando que las fuerzas que nos tenían cercados se desplegaran en sus zonas, pero fue infructuoso. A las azoteas empezaron a llegar mujeres con ollas de agua hirviendo y botellones de vidrio de agua potable.
Agua y botellones gigantes caían sobre los guardias, mientras algunos vecinos accionaban su armamento para hacerlos retroceder y poner a resguardo su familia.
Esa fue mi vivencia, dentro de aquello que se le conoció como La Guarimba. No niego que muchas veces me inundaba el temor, sobre todo cuando veía esos tanques sobre mi, o cuando el silbido de las balas me recordaba que la muerte estaba cerca. Pero ese temor lo convertía en combustible, para que cuando me tocaba correr lo hiciera como nunca. Por ser tan joven siempre llamaba la atención de los demás, intentaban protegerme, que no me arriesgará más de lo debido, pero estaba en mi natural edad de rebelde y la vivía con pasión y adrenalina. Hermano de Guerra, me decían varios con los que compartí aquellos días.
De forma repentina los dirigentes de la Coordinadora Democratica, organismo de dirección política de la oposición, llamaban a detener las protestas callejeras, recuerdo muy bien al vocero de aquella oportunidad, se trataba de Julio Borges, que tenía popularidad en aquel momento, no tanto por su carrera política que en ese momento era corta, si no por haber presentado un programa en uno de los canales de televisión con más sintonía en aquellos años, RCTV. La razón de paralizar la protesta, esgrimían, era que el régimen chavista había accedido a realizar el Referéndum Revocatorio. La realidad es que llevo un año más de firmazos y reafirmazos, llegar a ese momento, giramos de la protesta contundente a una campaña prolongada.
Julio César Rivas
@JULIOCESARRIVAS
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