Náufragos de Güiria

(Opinión) 
 
 He recorrido Venezuela en cada uno de sus rincones, de Sucre hay recuerdos importantes. 

Se que cuando te comes la cabeza en un sancocho de pescado lo más probable es que te cases, conozco las historias de terror en las cercanías de las aguas de Moises, como no creerlas si nos visitaron las lechuzas.

Conozco sus castilletes, sus penínsulas, su gente.

Pero sobre todo, conozco sus aguas, he nadado allí con delfines, también he visto sus piratas, en algunas oportunidades incluso, que mi objetivo era trabajo y no descanso, paraba en medio de la carretera y me lanzaba al mar, una vez, flote allí hasta que la noche cayó, y a pesar del cazón, que nos hizo llevar un susto, es uno de mis mejores recuerdos...

Pero todo eso se distorsiona, cuando mi mente enfrenta esta historia reciente, el sufrimiento en esas mismas aguas, que decenas de venezolanos padecieron antes de morir, su desespero, su miedo, su agonía, hoy no solo me agobia a mi, si no a millones de venezolanos que estamos sintiendo la misma impotencia, al saber que connacionales tengan que pasar por esto.

¿Por que? ¿Por que murieron así?.

Indague en esa trágica historia en una de mis transmisiones en Voces de la Resistencia. Allí conversé con Gabriela Aguilar y Ariana Agreda. 

Narraron, que a inicios de diciembre tres embarcaciones que habían salido de Güiria, Edo Sucre, fueron retenidas en Trinidad y Tobago, allí fueron embarcados todos en una de esas precarias naves, de las mismas que usan pescadores artesanales, y enviados de vuelta, sin chalecos, sin combustible. 

Sobre cómo naufragaron hay hipótesis, pero que no naufragaran en esas condiciones sería un milagro, que no pasó. Decenas de cuerpos aparecieron en las costas venezolanas, entre ellos niños que flotaban a la deriva y tuvieron que pasar semanas para que el régimen de Maduro reconociera que esta desgracia ocurrió.

¿Pero quien es responsable de esto?

Los venezolanos sometidos por una férrea dictadura y ahora obligados a un segundo gobierno simbólico y de continuidad administrativa, no ven otra posibilidad de futuro que intentando huir. Así que sin duda la primera responsabilidad recae en ellos, un sistema político decadente que olvidó que la prioridad es el bienestar común. 

Al otro lado, una isla gobernada por xenofobos irresponsables, que vienen cometiendo actos crimínales en contra de la población migrante de Venezuela. Porque como bien dijo Gabriela Aguilar, todo país tiene el derecho de recibirnos o rechazarnos, pero nada cuesta coordinar una deportación preservando las vidas humanas. Ellos han lanzado a la mar a personas, a niños, en embarcaciones precarias, robandoles o negándoles,  combustible y sin supervisar que su retorno al menos tenga garantía de seguridad. Los han matado. Y eso constituye crimen contra los derechos de una población en extremo vulnerable. No ha sido un caso particular, es sistemático. 

Mientras la población de Güiria lucha por justicia y aún sus imágenes con fuego en las manos en señal de duelo nos obliga a no olvidar. Esta tragedia, asoma que solo es una punta del iceberg, esa zona del país es una representación cruda del infierno al que han convertido a Venezuela. Ariana Agreda nos recordaba que no es la primera vez que sucede algo similar, sólo que las otras embarcaciones desaparecidas, aún están perdidas y los cuerpos no llegaron a flotar cerca. La trata de personas, el secuestro y los coyotes del mar son una realidad en la costa de Sucre. Y no podemos dejar normalizar esta situación.

Niñas secuestradas en tierra que son vendidas en Trinidad para la prostitución, niños que son arrebatados de sus familias para traficar sus órganos. Son parte de esta tragedia, que hoy nos explota en la cara, con rostros descompuestos, de niños, madres, padres, connacionales, que murieron en agonía, ahogados, sufriendo la última dosis mortal del comunismo.

Justicia para ellos, los Náufragos de Güiria.

Julio César Rivas


Comentarios

Jairo Esteller ha dicho que…
Este es un episodio muy triste en la historia de Venezuela, el cual no podemos olvidar

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