Paisaje Geopolítico del 2024
El inicio del 2024 presencia dos conflictos de envergadura: la invasión Rusa en Ucrania y la Guerra de Israel contra el terrorismo en Gaza. Estos conflictos, uno afectando a Europa y el otro a Oriente Medio, plantean implicaciones regionales y globales significativas. La prolongación del conflicto en Ucrania se ve respaldada por el apoyo militar de Estados Unidos, mientras que la guerra en Gaza tiene ramificaciones que se extienden a países como Líbano, Yemen, Siria e Irán, con Estados Unidos defendiendo a su firme aliado, Israel.
A estas tensiones se suman las amenazas de Corea del Norte hacia Corea del Sur, la posible invasión china a Taiwán y los recientes enfrentamientos entre Guyana y Venezuela por el territorio de Esequibo. ¿Estamos al borde de un sismo geopolítico?
El año 2024 alberga más de 50 procesos electorales en todo el mundo, incluyendo potencias como Rusia y Estados Unidos, y países latinoamericanos como El Salvador, México y Venezuela. Estos eventos, coincidiendo con los conflictos vigentes, podrían influir en decisiones no solo basadas en intereses estatales, sino también en consideraciones internas y de percepción pública.
En el contexto americano, se aguarda un cambio radical. La administración actual de Estados Unidos ha adoptado una política exterior complaciente hacia regímenes comunistas en el hemisferio, comprometiendo su postura frente al caótico panorama energético y cediendo considerablemente ante el régimen venezolano. La falta de señales legítimas de transición a la democracia por parte de la dictadura de Maduro, con aproximadamente 300 prisioneros políticos y la continua aplicación de tortura a disidentes, plantea la necesidad urgente de un cambio administrativo para América Latina y la región en su conjunto.
Sin embargo, el cambio en Estados Unidos no solo es crucial para la región, sino también a nivel interno. Las políticas progresistas han generado un aumento en la criminalidad y una crisis de opioides sin precedentes en las principales ciudades del país, en contraposición a los valores tradicionales. Las encuestas sitúan a Trump como un candidato preferido, aunque la posibilidad de interferencia judicial o mecanismos unilaterales de algunos estados demócratas para evitar su candidatura plantea un escenario peligroso.
En América Latina, las reformas anunciadas en Argentina bajo la figura de Milei generan interés regional. Si bien se anticipan efectos inmediatos, podrían ser aprovechados por grupos de izquierda para desestabilizar, aunque si el país logra mantenerse firme, podría convertirse en un modelo económico ejemplar para la región.
El acuerdo entre Estados Unidos y el régimen de Maduro para celebrar elecciones en Venezuela genera escepticismo. La suspensión de la inhabilitación de María Corina Machado, candidata de la oposición, y su plan para crear una red de 600.000 personas como apoyo electoral podría abrir una ventana importante de expresión civil en años de letargo.
El 2024 permanece como un misterio en cuanto a sus desenlaces, pero los acontecimientos de este año tienen el potencial de alterar profundamente el curso global desde sus mismos fundamentos.
Julio César Rivas
A estas tensiones se suman las amenazas de Corea del Norte hacia Corea del Sur, la posible invasión china a Taiwán y los recientes enfrentamientos entre Guyana y Venezuela por el territorio de Esequibo. ¿Estamos al borde de un sismo geopolítico?
El año 2024 alberga más de 50 procesos electorales en todo el mundo, incluyendo potencias como Rusia y Estados Unidos, y países latinoamericanos como El Salvador, México y Venezuela. Estos eventos, coincidiendo con los conflictos vigentes, podrían influir en decisiones no solo basadas en intereses estatales, sino también en consideraciones internas y de percepción pública.
En el contexto americano, se aguarda un cambio radical. La administración actual de Estados Unidos ha adoptado una política exterior complaciente hacia regímenes comunistas en el hemisferio, comprometiendo su postura frente al caótico panorama energético y cediendo considerablemente ante el régimen venezolano. La falta de señales legítimas de transición a la democracia por parte de la dictadura de Maduro, con aproximadamente 300 prisioneros políticos y la continua aplicación de tortura a disidentes, plantea la necesidad urgente de un cambio administrativo para América Latina y la región en su conjunto.
Sin embargo, el cambio en Estados Unidos no solo es crucial para la región, sino también a nivel interno. Las políticas progresistas han generado un aumento en la criminalidad y una crisis de opioides sin precedentes en las principales ciudades del país, en contraposición a los valores tradicionales. Las encuestas sitúan a Trump como un candidato preferido, aunque la posibilidad de interferencia judicial o mecanismos unilaterales de algunos estados demócratas para evitar su candidatura plantea un escenario peligroso.
En América Latina, las reformas anunciadas en Argentina bajo la figura de Milei generan interés regional. Si bien se anticipan efectos inmediatos, podrían ser aprovechados por grupos de izquierda para desestabilizar, aunque si el país logra mantenerse firme, podría convertirse en un modelo económico ejemplar para la región.
El acuerdo entre Estados Unidos y el régimen de Maduro para celebrar elecciones en Venezuela genera escepticismo. La suspensión de la inhabilitación de María Corina Machado, candidata de la oposición, y su plan para crear una red de 600.000 personas como apoyo electoral podría abrir una ventana importante de expresión civil en años de letargo.
El 2024 permanece como un misterio en cuanto a sus desenlaces, pero los acontecimientos de este año tienen el potencial de alterar profundamente el curso global desde sus mismos fundamentos.
Julio César Rivas
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