Venezuela Vencerá
El dictador Nicolás Maduro se ha sumergido sin escrúpulos en las sombras más oscuras del oprobio, ordenando asesinatos, detenciones arbitrarias, torturas inimaginables, y secuestrando a menores de edad. Ha marcado casas con símbolos de terror, incitado a sus seguidores a espiar y delatar a sus propios vecinos, prohibido la libre expresión, censurado medios y redes sociales, expulsado a observadores internacionales y detenido a periodistas. ¿Cuántos abusos más será capaz de perpetrar en su desesperado intento de silenciar la voz que resuena constantemente en su mente? Una voz que le grita: ¡VENEZUELA NO TE QUIERE!
En su delirante afán de perpetuarse en el poder, Maduro cree que con una agenda de terror y una imposición de silencio, podrá mantenerse eternamente. Pero olvida que la victoria liderada por María Corina Machado y concretada en la elección de Edmundo González Urrutia se materializó en medio de este mismo panorama de abusos y violaciones sistemáticas de los derechos civiles. Y aun así, los venezolanos valientes, con una dignidad inquebrantable, hicieron lo que tenían que hacer.
Este intento de Maduro de robarse la voluntad de un pueblo no se parece en nada a los ciclos anteriores de represión, porque esta vez, como nunca antes, se juega la existencia misma de la humanidad del venezolano. Sí, la humanidad. Los venezolanos no son, ni serán jamás, animales domesticados y sometidos, a quienes se les pueda imponer eternamente la separación de sus seres queridos, de sus hijos, de sus padres, de sus hermanos. El chichero, el chofer, el influencer, el corredor de seguros, el policía, el militar, la abuelita María y las hermanas Hernández, todos desean vivir en familia, hablar en persona, jugar dominó y disfrutar de un sancocho juntos. Y por eso están decididos a resistir.
¿Existe un repliegue? Sí, claro que lo hay. El nivel de persecución actual demuestra que la maldad del dictador se ha ido afinando; sus promesas de violencia y de imponerse como dictador absoluto no eran un juego. Pero su estrategia de miedo no es sostenible en el tiempo, ni por la resistencia del pueblo venezolano, ni por la capacidad numérica de sus fuerzas represivas. Una élite corrupta puede, por ahora, utilizar a sus esbirros para intimidar, pero la mayoría aplastante que rechaza al dictador es evidente en todos los sectores, incluidos los militares y policiales. Y el secuestro de menores o personas del espectro autista por un simple mensaje en redes sociales tendrá consecuencias, no solo en el ámbito de la justicia internacional, sino también en el corazón de las familias afectadas. ¿Cómo se le pide a la madre de un niño preso que no luche por su libertad? ¿Cómo se le pide al padre, a los hermanos, que no actúen? De los miles de rehenes, surgirán miles más que pronto estarán en las calles exigiendo libertad para los suyos.
En tiempos de dictadura, utilizar la fuerza del adversario para socavar las bases que lo sostienen es fundamental. El clamor por la libertad de los prisioneros y rehenes políticos es, en sí mismo, un paso hacia la liberación del país. Madres, padres, hermanos, en vigilias y huelgas frente a embajadas y oficinas de organismos multilaterales. Ante la imposición de censura en los medios digitales, lo analógico se convierte en la alternativa: mensajes en baños, en paredes, en impresiones clandestinas, panfletos que caen como lluvia llevando el mensaje de libertad.
El policía y el militar que no saben cómo coordinar pueden desde ya iniciar acciones individuales preservando su seguridad, saboteando unidades esenciales para la represión: fallas intencionales en las armas, azúcar en los tanques de gasolina, filtraciones de planes o información sensible. El exiliado también juega un rol crucial, siendo la voz de los venezolanos silenciados, recaudando fondos, tejiendo alianzas y generando presión ante organismos internacionales para lograr acciones concretas.
Maduro, en su ceguera, no ve que su propio régimen es un castillo de naipes construido sobre el sufrimiento y la opresión de un pueblo que jamás se rendirá. No importa cuántas sombras intente arrojar sobre Venezuela; la luz de la libertad sigue brillando en cada rincón, en cada corazón venezolano que no está dispuesto a vivir arrodillado. Este es el final inevitable de todo tirano: cuando un pueblo decidido se levanta, ninguna fuerza es capaz de detener la marea de justicia y libertad que arrasará con cada vestigio de opresión. Venezuela no se doblega; Venezuela resiste, y Venezuela vencerá.
Julio César Rivas
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