Aún Quedamos
(Opinión)
Hace unos días desayunaba en un puesto de empanadas, pedí mi cuenta y pagué con mi tarjeta, al leer el recibo me percaté que el monto era muy inferior de lo que debía pagar, le faltaba el primer dígito y lo pagado era sólo un tercio del total. Me acerqué a la señora y le dije que había una equivocación, me había cobrado de menos, ella se puso roja y dijo una frase que es la que hoy me hace escribir: ¡Somos pocos, pero aún quedamos!
La honestidad es un valor que debería ser denominador común, pero las virtudes, la decencia, el actuar como debemos, parece ahora una rareza escasa. En mis últimos artículos bastante he descrito la sociedad decadente, violenta, corrupta. Pero aún en nuestra Venezuela hay reservas morales para hacerle frente a todo esto e intentar lograr que prevalezca la cultura que nos definía en antaño.
Y son personas como esa señora, atrincheradas en su negocio de empanadas o aquella que desde la caja del estacionamiento, nunca olvida decirme buenos días y muchas gracias, las que devuelven las esperanzas de saber que no estamos solos y que aún el mal no ha vencido a la gente buena.
Muchas veces siento que la Venezuela decente ha sido derrotada, cuando quien atiende en el banco no responde los saludos y te tira el recibo como si lo pidieras regalado. Cuando saludas en el ascensor y nadie devuelve el gesto, cuando ves que en el metro las abuelas van de pie y los jóvenes sentados. Sin embargo, aún hay gente que marca la diferencia.
La gente de bien se hace visible en crisis como esta, vale la pena hacerle honor y esforzarnos para que se multipliquen. Los he visto y he sido testigo de sus bienaventuranzas, por ejemplo, ante la escasez de medicamentos son cientos de ciudadanos que dentro y fuera del país comparten listas de gente urgida para ayudarlos en sus difíciles momentos.
Vecinos que uno poco conoce, se acercan a mi esposa a punto de dar a luz, para ofrecer el paquete de pañal que su hijo no utilizo y así contribuir ante un país donde no se encuentra nada, estas personas no piden dinero, se conforman con un agradecimiento y los llena el saber que lo están haciendo bien, como debemos.
Estamos sobreviviendo en una Venezuela que saca lo peor de sus habitantes, pero el mal nunca triunfa si quienes saben hacer el el bien y siguen la doctrina de Cristo, de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, lo ponen en práctica.
Somos humanos y nuestro instinto de supervivencia no nos puede llevar a canibalizar nuestra conducta. No nos dejemos arrastrar, mantengamos con nuestra sonrisa, el buen trato, los buenos actos y la esperanza de recuperar la Venezuela posible que todos aspiramos.
Demostremos que, aunque somos pocos, aún quedamos.
Julio César Rivas
@JULIOCESARRIVAS
http://juliocesarrivas.blogspot.com
Hace unos días desayunaba en un puesto de empanadas, pedí mi cuenta y pagué con mi tarjeta, al leer el recibo me percaté que el monto era muy inferior de lo que debía pagar, le faltaba el primer dígito y lo pagado era sólo un tercio del total. Me acerqué a la señora y le dije que había una equivocación, me había cobrado de menos, ella se puso roja y dijo una frase que es la que hoy me hace escribir: ¡Somos pocos, pero aún quedamos!
La honestidad es un valor que debería ser denominador común, pero las virtudes, la decencia, el actuar como debemos, parece ahora una rareza escasa. En mis últimos artículos bastante he descrito la sociedad decadente, violenta, corrupta. Pero aún en nuestra Venezuela hay reservas morales para hacerle frente a todo esto e intentar lograr que prevalezca la cultura que nos definía en antaño.
Y son personas como esa señora, atrincheradas en su negocio de empanadas o aquella que desde la caja del estacionamiento, nunca olvida decirme buenos días y muchas gracias, las que devuelven las esperanzas de saber que no estamos solos y que aún el mal no ha vencido a la gente buena.
Muchas veces siento que la Venezuela decente ha sido derrotada, cuando quien atiende en el banco no responde los saludos y te tira el recibo como si lo pidieras regalado. Cuando saludas en el ascensor y nadie devuelve el gesto, cuando ves que en el metro las abuelas van de pie y los jóvenes sentados. Sin embargo, aún hay gente que marca la diferencia.
La gente de bien se hace visible en crisis como esta, vale la pena hacerle honor y esforzarnos para que se multipliquen. Los he visto y he sido testigo de sus bienaventuranzas, por ejemplo, ante la escasez de medicamentos son cientos de ciudadanos que dentro y fuera del país comparten listas de gente urgida para ayudarlos en sus difíciles momentos.
Vecinos que uno poco conoce, se acercan a mi esposa a punto de dar a luz, para ofrecer el paquete de pañal que su hijo no utilizo y así contribuir ante un país donde no se encuentra nada, estas personas no piden dinero, se conforman con un agradecimiento y los llena el saber que lo están haciendo bien, como debemos.
Estamos sobreviviendo en una Venezuela que saca lo peor de sus habitantes, pero el mal nunca triunfa si quienes saben hacer el el bien y siguen la doctrina de Cristo, de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, lo ponen en práctica.
Somos humanos y nuestro instinto de supervivencia no nos puede llevar a canibalizar nuestra conducta. No nos dejemos arrastrar, mantengamos con nuestra sonrisa, el buen trato, los buenos actos y la esperanza de recuperar la Venezuela posible que todos aspiramos.
Demostremos que, aunque somos pocos, aún quedamos.
Julio César Rivas
@JULIOCESARRIVAS
http://juliocesarrivas.blogspot.com
Comentarios
Yo soy parte del cambio para cultivar valores, principios, moral y estica, apuesto por una sociedad en constante evolución. QUIEN SE UNE?