Enamorarse de Venezuela

He tenido la oportunidad de visitar a Venezuela en muchos de sus rincones, he llegado a su montaña más alta, su playa más fría, he rodado con mi cuerpo entre sus médanos y me he dejado llevar por la corriente de su río más largo.

Venezuela me ha dado mucho, me permitió nacer en una zona desposeída y superarme por propio esfuerzo, con ella aprendí darle valor a las ideas y luchar por ellas, también me enseño a involucrarme en lo público y a entender que luchar por otros es luchar por nosotros mismos. Es tanto lo que me ha brindado, que incluso me dio el honor de representar a uno de sus estados.

Y todo eso se ha fortalecido en amor, al sentir sus sabores, apreciar sus colores vivos, su verde predominante, su calor tropical, a ella la conozco de punta a punta y la amo desde lo más profundo de mi corazón, al punto que con una de sus hijas he hecho familia y descendencia.

Por Venezuela he hecho varias cosas, vi distanciar a mi madre y hermanos, me involucre en la defensa de los derechos civiles, he llevado unos cuantos golpes, incluso termine en la cárcel. Aún así, esto no ha sido suficiente. Venezuela merece y necesita más. Me di cuenta al recorrer hace poco unos 1500Kms, adentrándome en Portuguesa y viendo como a sus habitantes les hace falta el azúcar, mientras en sus campos florece la caña.

Vi también al noble pueblo tachirense desplazándose hacia la hermana Colombia, mientras los niños esperaban en sus poblados aguardando un pan para acompañar con un agua de papelón. Así yace herida mi primer amor, maltratada, ultrajada y sometida por un grupo de delincuentes que en mala hora llegaron al poder a destruir tanta belleza.

No hay excusa para no luchar, a Venezuela no solo la destruyen en su belleza natural, le intentan robar su esencia, acabando con el alma y la cultura de su gente. Las caras llevadas de la gente en Barinas, su voz cansada, sus cuerpos agotados y los niños con sus desnutridos hermanos recién nacidos en los semáforos intentando buscar alimento con la caridad de la gente, es señal de que esto no se puede dejar para después.

El amor, el amor espantará al miedo y nos permitirá defender aquello por lo que nuestros ancestros dieron su vida. Amar a Venezuela no es una consigna, debe ser un sentimiento llevado a la acción, no podemos permitirnos ser espectadores, mientras que los degenerados que se atrincheran en Miraflores y Fuerte Tiuna destrozan nuestra tierra y todo aquello que nos hizo ser lo que somos.

Demuestra tu amor con una caricia a Venezuela, recorriendo sus calles, adentrándote en sus veredas, escuchando sus voces y siendo vanguardia en la lucha por recuperar su honor y el nuestro. No permitas vivir condenado en la humillación, ama a Venezuela en la acción determinada de ser libres.

Julio César Rivas

@JULIOCESARRIVAS

http://juliocesarrivas.blogspot.com

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