Venezuela en mi Memoria (IV)

Campañas


Entramos en la comparsa electoral, unos por el si y otros por el no, nacieron "las misiones", centenares de esclavos cubanos eran enviados desde cuba para explotarlos en las grandes barriadas y zonas marginadas, como médicos y jefes de ambulatorios improvisados, y aunque muchas veces para cualquier dolencia era recetada la misma pastilla, sin duda, el programa surtía el efecto esperado, la gente, esa gente, sentía que Chávez lo tomaba en cuenta. A eso se sumaban otras misiones de alfabetización y bachillerato para adultos, cuyos beneficiarios aparte del programa recibían becas en efectivo por un valor similar al salario mínimo. Mientras nosotros los activistas de campaña oponentes al régimen chavista hablamos de libertad, Chávez usaba a esclavos de la dictadura cubana para hacerse popular, mientras nosotros entregábamos panfletos con mensajes sobre nuestra posición, Chávez entregaba billetes. 


El principal partido político de mi estado era Proyecto Venezuela, cerca de mi casa había un comando de campaña, convencí a mi vecino y nos ofrecimos como voluntarios. Casi que dormía en aquel local. Pasaba todo el día censando a vecinos, casa a casa levantaba los datos de aquellos que votarían por el sí, chequeaba si requerirían ser movilizados y cuantos miembros de aquella familia participarían. Cuando caía la noche despachaba desde el comando material de campaña, afiches, franelas, panfletos. En la madrugada, recorríamos las calles de la ciudad haciendo guardia para que no nos tumbaran los afiches que guindaban de los postes de luz.


Al llegar el día electoral, agosto de 2004, tome un escritorio de mi casa y lo cargué hasta la principal parada de la urbanización donde residía: Calicanto, tome el listado que realice durante campaña, y en equipo comenzamos a movilizar a nuestros vecinos. Así estuve durante todo el día, una pequeña radio de batería era mi única conexión con lo que sucedía afuera. Cuando cerraron las mesas electorales ya entrada la noche, busque una maleta, la puse en el centro de la vía frente a la parada donde estaba instalado y le escribí la frase: Se Va.


Minutos más tardes llegaron una docena de simpatizantes chavistas, eran mis vecinos, todos nos conocíamos, nuestra urbanización era pequeña, hace poco jugábamos carnaval o cartas en el porche de alguna de sus casas, pero esta vez su rostros lucían distintos, me miraban con odio. Fueron hacia la maleta e intentaron retirarla, yo me senté sobre ella, uno de ellos tomó un embalse de gasolina me lo roció en todo mi cuerpo, me encorvé por lo que la mayor cantidad cayó sobre mi espalda, y enseguida me prendieron en fuego.


Era una antorcha humana, el fuego los alejo a ellos, por lo que pude pararme y correr hacia el frente de una casa que tenía una montaña de arena para construcción, me revolcaba allá intentando sofocar las llamas que me consumían, un amigo desesperado, pateaba mi espalda con la planta de sus zapatos, su reacción funcionó. Mi piel estaba roja, algunos pedazos de ropa estaban adheridos a mi piel, pero el mayor dolor no yacía por las heridas, sino por experimentar como el chavismo inoculo un odio tan profundo, capaz de hacer que unos vecinos, que hasta hace poco se decían amigos, fueran capaces de intentar asesinarme, por el solo hecho de no estar de acuerdo con el mensaje que puse en una maleta.


Socorrido fui hasta mi casa, bañaron con sabila mi espalda y cuello, y quede tendido en mi cama, ya no pensando en cual sería el resultado, sino a lo que acababa de sobrevivir. Mis pensamientos fueron interrumpidos inmediatamente por estruendos, el Consejo Electoral daba como vencedor a Chávez, y sus militantes, los mismos que acababan de intentar asesinarme decidieron apostarse frente a mi casa a proferir insultos y lanzar fuegos artificiales, adolorido, subí a la azotea lance unas cuantas tejas contra al autobús donde estaban y los asumí en adelante como enemigos.


La Coordinadora Democrática desconocía los resultados y denunciaba fraude, algunos focos de protesta se iniciaban en el país. Recuerdo bien la noticia a la mañana siguiente, manifestantes se concentraban en la Plaza Altamira, pistoleros chavistas a cara descubierta atacan a tiros la manifestación, hieren a varios y se llevan la vida de Maritza Ron, ella se convertía en una nueva víctima del régimen que desde el inicio, irrumpió con plomo y sangre. 


Pero mientras se hablaba de fraude iniciaba una nueva campaña, se elegirían gobernadores y alcaldes, faltaban sólo dos meses, por lo que ya desganados y golpeados por el duro revés, y bajo la sombra del fraude, nos tocaba asumir una campaña para conservar las gobernaciones que para ese momento se tenían, Carabobo era una de ellas, Henrique Fernando Salas buscaba su reelección. 


Volvimos a hacer lo mismo, recorrer casa a casa, movilizar, el día electoral marcado de violencia, esta vez participe como voluntario directamente en los centros, un grupo de círculos Bolivarianos llego a robarse las actas por lo que tuvimos que enfrentarnos, salieron a relucir armas, y en medio de las balas, comprendí que cada responsabilidad que asumiera, siempre iba a estar llena de riesgos, se suponía que estas diferencias se saldarían con papeletas, pero no, era el lejano oeste, mandaba el más malandro, y en Venezuela ser malandro estaba de moda. 


Esta elección tampoco se ganó, entre así y creo como yo la mayoría, en un lapsus de cansancio, o lo que es peor de resignación, sabíamos ya que el régimen chavista usaba a grupos armados para someternos, que atentaba contra la propiedad, que cercenaba libertades fundamentales, que era capaz de asesinar a sus oponentes, pero aún así se decidió darle tiempo.


Entre abusos y tiempo llegamos al 2006, a una nueva campaña electoral. Proyecto Venezuela con los que había participado en las dos anteriores campañas no estaba participando en esta, por lo que decidí incorporarme a la campaña de un comediante muy popular en Venezuela, Benjamín Rausseo, en mi análisis era mejor que la otra opción que derivaba de un acuerdo entre políticos que no habían hecho lo suficiente para salir de Chávez.  La campaña con Benjamin fue distinta, muy distinta a las demás. Con el podíamos entrar a barriadas sin ser apedreados, podíamos entregar panfletos a chavistas u opositores sin ser víctima de violencia, era una opción entre una Venezuela polarizada, pero también la campaña tenía sus debilidades, trataban de mezclar la carrera humorística con las actividades de campaña y esto le restaba seriedad. Aún así lo acompañe hasta el final, la presión hizo mella en el, tuvo un pre-infarto días antes de la elección y se retiró como aspirante. 


Me uní a la campaña del candidato opositor, no tuve mucho tiempo para hacer campaña, el aspirante era Manuel Rosales, Gobernador del Zulia, un estado petrolero al occidente de Venezuela, su propuesta se reducía a una tarjeta, La Tarjeta Mi Negra, con esta pretendía competir con las misiones que ya estaban implantadas en Venezuela por Hugo Chávez. En Campaña nos mandaban hacer listados y entregar esas tarjetas a las que supuestamente le depositarían dinero una vez se ganara. Me sentía asqueado. Lo peor es que por esta opción, me tocaba votar por vez primera en mi vida, era la primera elección en la que participaría, ahora era mayor de edad. 


Para el día de la elección me mandaron a un centro, el mismo que años antes me había sido asignado, por lo que sabía a lo que me enfrentaba. Esta vez mi responsabilidad no era custodiar actas, sino pasar los datos de forma directa de los exit poll. Apenas cerraron el centro me retiré. Pero esta elección no sería la excepción, el Comando principal estaba ubicado en la principal avenida de Valencia, la Av. Bolivar. En esa misma avenida y a pocos metros de distancia estaba el comando Chavista.


Ya las mesas se estaban contando, y favorecían a Chávez, que aunque tenía un sistema fraudulento a su favor, no le hizo falta mayor esfuerzo para derrotar a Rosales, sus simpatizantes rodeaban nuestro comando e iniciaron el ataque, primero fueron golpes a las afueras, por lo que hicimos frente, luego piedras, a los minutos llegaban vans cargadas de violencia que iniciaron la balacera. En el comando habían familias que esperaban los resultados oficiales, los responsables de la seguridad sacaron sus armas, uno desde el techo y otro desde la puerta, un anciano que estaba dentro del comando tenía un revólver de 5 tiros, me dijo haz tiempo. Las balas de los contrarios caían como lluvia, destrozaban los vidrios y traspasaban las paredes que eran de cartón-piedra. Los vigilantes tenían escopetas solo disparaban cuando estaban a punto de entrar a la puerta. Y lo hacían a discreción, es decir no apuntaban hacia ellos. Los chavistas no eran tan condescendientes, estaban allí por sangre y se esforzaban por derramarla, entre las balas una explosión, quedamos aturdidos, todo el frente del comando había sido derribado por un artefacto explosivo, aquel revólver se descargó para contener a los intrusos y corrimos hasta la parte posterior, allí había un portón de carga. Habíamos dado tiempo a que varias personas entre ellos las mujeres y los niños pudieran escapar, quedábamos aún alrededor de 50 personas, una camioneta pickup en la que a duras penas pudieron montarse la mitad y evacuar, al resto nos tocó correr. El vigilante, uso su escopeta para cubrir el escape, corrimos 2 cuadras hasta encontrar refugio en una casa. Desde allí, ya se veían las llamas en el comando, había sido incendiado. Luego fuimos rescatados, nos tocó transitar entre las caravanas oficialistas, agotados y derrotados.


 Había sobrevivido a mi tercera campaña. 



Julio César Rivas
@JULIOCESARRIVAS


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